CREACIÓN,ADMINISTRACIÓN Y MANTENIMIENTO:

Vicente Gómez Córdoba



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CARTELES COFRADÍAS 2017

domingo, 28 de noviembre de 2010

ADVIENTO: La llegada del Señor.- JAIME Loring




La vida interior de los individuos y de las sociedades se alimenta de las expectativas de un acontecimiento futuro que promete la realización de deseos todavía insatisfechos. La ilusión por ver a una persona querida o admirada, de participar en una fiesta, de hacer un viaje excitante, es lo que da sabor y gusto a la vida. Cuando ya no esperamos nada mejor que lo que ya tenemos, cuando no barruntamos en nuestra mente algo nuevo que experimentar, la vida carece de aliciente. Digamos que es entonces cuando comienza la senectud.
Lo mismo que los individuos, la historia de los pueblos se divide en períodos de progreso y en períodos de decadencia, en la medida en que el colectivo social asume un proyecto común para el futuro, o por el contrario vive con la nostalgia de un bienestar perdido. En cualquier sociedad conviven los nostálgicos históricos con los soñadores del cambio. La cuestión es cuál de los dos subconjuntos asume el liderazgo social. Esa es la característica social entre las sociedades decadentes y las progresistas.
Existen esperanzas en el ámbito civil y político, también existen esperanzas en el ámbito religioso. La esperanza es algo que trasciende los diferentes niveles de la vida humana. El ser humano es bastante limitado física e históricamente. Lo que somos capaces de ver con nuestros ojos y tocar con nuestras manos es muy poco en comparación de todo lo que existe. Hay cantidad de cosas y lugares que nunca hemos visto ni tocado, ni tendremos ocasión de hacerlo. Históricamente nuestra vida es más bien corta. Unos ochenta y tantos años, que es lo que poco más o menos podemos vivir con la conciencia despierta, es un tiempo demasiado corto para saturar nuestra capacidad de experiencias vitales. La esperanza es el mecanismo humano que rompe el cerco de nuestra limitación física e histórica, y nos introduce en un ámbito de plenitud intelectual y afectiva.
Desde un principio el cristianismo se ha ofrecido como un mensaje alimentador de esperanza; de una esperanza liberadora de las circunstancias presentes, anunciando la llegada de un acontecimiento liberador. Justamente con este mensaje es como Jesús comenzó a manifestarse en público: "Cuando encarcelaron a Juan, marchó Jesús a Galilea y se puso a proclamar la buena noticia de parte de Dios. Decía: se ha cumplido el plazo, está cerca el reinado de Dios" (Mr 1 14 15). El tema que pretendió transmitir era éste: las cosas no van a continuar siempre como están, esto tiene que cambiar. Tenemos que hacer un hombre nuevo y un mundo nuevo. Reconstruirlo desde sus raíces. Ni la Ley, ni el Templo, ni las costumbres tradicionales, son un argumento para quedarnos donde estamos. Dios escapa a cualquier concreción histórica; nunca será algo que el hombre ya posee sino alguien tras quien el hombre camina. No miréis el mundo o la sociedad como algo que hay que mantener y conservar en su estado actual, sino como algo que hay que cambiar para poder realizar el proyecto de Dios sobre la Historia de los hombres. Este era un mensaje de esperanza y de ilusión. Hacía años que no se oía nada semejante por las sinagogas de Galilea. Las personas que no estaban vinculadas por intereses económicos y políticos al orden establecido, encontraron en estas ideas una razón de ser en la vida. Las clases dominantes de Judea y Galilea vieron en él un peligro amenazador. Las gentes que tenían menos que perder se reunían en las sinagogas los sábados para escuchar al profeta de Nazaret.
Hacia el final de su vida Jesús anunció que se produciría un gran cambio en el mundo. Lo hizo en unos términos espectaculares y escalofriantes, "habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres se quedarán sin aliento por el miedo, ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán" (Lc 21 25 26). Tales expresiones más propias de una épica cósmica que de unas previsiones históricas concretas, ponen de manifiesto la disconformidad de Jesús con todo aquello que le rodeaba.
Bajo este mensaje de esperanza en una "venida del Señor" a liberar la tierra comienza hoy la Iglesia Católica un breve período de cuatro semanas que llamamos Adviento. Adviento es una palabra latina: adventus significa llegada, la llegada del Señor. Pablo les decía a los cristianos de Roma esto mismo: la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto, esperando la liberación (Rom 8 18 25). Una liberación que no ocurre de forma mecanicista y automática, sino que hay que esforzarse en conseguirla comenzando por la liberación de las servidumbres espirituales del individuo.
* Profesor jesuita

domingo, 21 de noviembre de 2010

HIMNO AL AMOR

En estos tiempos, en los que persistentemente se prima el liderazgo del poder y se enaltece al poderoso incluso ocultando tras una capa de falsa caridad , su  permanencia en la injusticia social y el despotismo , quiero traeros a "pasionmenciana" las palabras de un líder del AMOR. Es pena, que no se VOCEEN los mensajes  de la TOLERANCIA Y EL AMOR  y sin embargo se nos desvíe la atención de la  INJUSTICIA DE NUESTRO MUNDO predicando los PARABINES  de la QUINTAESENCIA CELESTIAL. Centremósnos en lo que nos rodea ,luchemos por la justicia , Dios ,seguro que nos lo premiará.-
























El Himno al Amor



Aunque yo hablara todas las lenguas de

los hombres y de los ángeles, sino tengo
amor, soy como una campana que resuena
o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía
y conociera todos los misterios y toda 
la ciencia, aunque tuviera
toda la fe, una fe capaz de trasladar
montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para
alimentar a los pobres y entregara mi 
cuerpo a las llamas, si no tengo amor,
no me sirve para nada.


El amor es paciente, es servicial, el

amor no es envidioso, no hace alarde,
no se envanece, no procede con bajeza
no busca su propio interés, no se irrita,
no tiene en cuenta el mal recibido,
no se alegra de la injusticia, si no que
se regocija con la verdad.


El amor todo lo disculpa, todo lo cree, 

todo lo espera, todo lo soporta.
el amor no pasará jamás.

SAN PABLO